El caos que reinó en Tucumán hace un mes quebró la confianza de la sociedad hacia la Policía. El divorcio quedó expuesto apenas el Gobierno acordó con los acuartelados: una muchedumbre criticó a la institución en plaza Independencia. No fue la única evidencia de la ruptura: cuando volvieron a patrullar las calles, varios uniformados soportaron escraches. El secretario de Seguridad, Paul Hofer, se mostró confiado en que la confianza hacia la fuerza se restituirá. “La Policía se reconciliará con la sociedad. El proceso no será fácil; llevará tiempo. No sé cuánto, pero trataremos de que se dé en el menor tiempo posible”, dijo. Su optimismo estriba en que, a su criterio, la Policía tomó consciencia de lo que sucedió. “Tienen otra actitud; hicieron mea culpa y sienten que están en deuda con la sociedad. Con hechos irán revirtiendo su imagen en la sociedad: sólo con hechos se restituye la confianza”, indicó.
Pidió que la gente no juzgue a todos los uniformados por el accionar de algunos. “Tenemos una fuerza de 8.000 efectivos, en donde hay de todo. No podemos estigmatizar a toda la institución, porque así como algunos no trabajaron esos días, otros arriesgaron sus vidas”, dijo. Según cifras oficiales, ocho policías fueron imputados por sedición; todos permanecen detenidos, con prisión preventiva. “Sólo Tucumán y Buenos Aires presentaron denuncia por sedición; y la nuestra es la única provincia que tiene policías detenidos”, dice un comunicado del Ministerio de Seguridad. Se precisó, además, que 86 civiles se encuentran detenidos por saqueos o disturbios, y que seis personas fallecieron por este caos.